martes, 8 de octubre de 2013

Carta del Presidente Mundial

 
Francesco Muceo, firmando en el libro de los AAAADB Trinidad
Queridos amigos,

La vuelta a las actividades después de las merecidas vacaciones estivales nos coge preparando los dos Congresos Continentales que se desarollarán en Noviembre en Chile (Congrelat) y en Malta (Eurobosco), y en la preparación del “Proyecto de Solidaridad” 2014, iniciativa que hemos empezado el año pasado con “Un sueño en la taquilla” para los chavales del Centro Profesional “Ambrosio” de Ciudad de Guatemala dirigido por los Exalumnos.

Una vez más me permito de llamar vuestra atención sobre la figura del Beato Alberto Marvelli, exalumno del Oratorio Salesiano de Rimini, y lo hago con mayor vigor tomando el consejo del Exalumno Papa Francisco que ha incitado a los católicos a un compromiso activo en la actividad política. Alberto Marvelli en el construir su santidad tuvo un fuerte impulso de su familia, en el ambiente salesiano del Oratorio donde siempre el vivo recuerdo de Don Bosco y de su joven Alumno Santo Domingo Savio (cuyo lema “antes morir que pecar” le impresionó mucho) y en la Acción Católica y en la FUCI (Federación de Universitarios Católicos, de quien fue uno de sus responsables Mons. Montini, fuuro Pablo VI)

Alberto murió a los 28 años, y se hizo santo no en la sombra de las paredes de un convento o dentro de los esquemas y horarios de una orden religiosa (cosa ya dificil), sino en “el mundo”, en la propia vida familiar, en la profesión de ingeniero, de consejero municipal (es decir en la política con la incipiente Democracia Cristiana) en el trabajo cotidiano.

Alberto Marvelli es un laico y un santo. Un binomio muy significativo y especialmente importante hoy. Pienso que muchos laicos encontrarán estímulo y gozo por su beatificación. Él ha hecho aquello que Juan Pablo II ha dicho en su discurso de beatificación

“A vosotros laicos os toca dar testimonio de la fe mediante las virtudes que os son específicas: la fidelidad y ternura en la familia, la competencia en el trabajo, la tenacidad en servir al bien común, la solidaridad en las relaciones sociales, la creatividad en el emprender obras útiles a la evangelización y a la promoción humana. A vosotros toca mostrar – en estrecha comunión con los Pastores – que el Evangelio es actual y que la fe no sustrae al creyente de la historia, sino que lo submerge profundamente en ella”.

Alberto, anes de la llamada del Vaticano II a los laicos y a su compromiso en la sociedad, ha reafirmado su vocación de laico comprometido en el mundo, considerado esto no como cualquier cosa negativo sino como la viña del Señor en la que trabajar con competencia y amor, según los criterios de Dios expresados en el Evangelio.

Ha realizado así la propia santidad en el estudio, el trabajo, en cada situación que se encontraba, por elección o llevado por los acontecimientos. Alberto es un santo del cotidiano y de la vida ordinaria, de la normaildad. Ha vivido en la historia del mundo colaborando con coraje y amor para hacerla historia de salvación para todos.

Con estos propositos me despido de vosotros. Buena Fiesta!
Francesco Muceo - Presidente Confederal
 
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